Seymour Papert y su programa LOGO

Buscando algunos de los autores más importantes en la historia de la educación, dimos con un personaje que para nosotros no era conocido hasta el momento. Se trata de Seymour Papert, un pionero en inteligencia artificial y sobre todo inventor del programa LOGO. Aquí también tenéis un artículo en el que habla de su visión sobre la educación de las niñez

Logo es un sistema informático que ayuda a los niños desde bien pequeños a construir sus conocimientos, ayuda a resolver problemas lógico-matemáticos.

La información la hemos extraido de este blog de pedagogía y nos ha parecido interesante, ya que se trata de otro método de enseñanza diferente a los que estamos acostumbrados. Al principio puede resultar complicado,   viendo estos apuntes la verdad es que se nos hace raro y extravagante, pero es un método que nos ha parecido interesante y digno de mencionar.

¿Qué os parece a vosotros?

Como afrontar los conflictos del aula.

Al ver en clase fragmentos de la película "La clase", a Diego y a mi,  nos ha llamado mucho la atención la actitud de muchos alumnos y el ambiente que había, unos pasando de todo, otros molestando, y que decir del último incidente que hemos visto. La verdad es que la situación en la que se encontraba el profesor no era para nada cómoda, y nosotros no sabríamos cómo actuar ante tal situación, lo vemos muy complicado. Por eso hemos decidido informarnos un poco y nos hemos encontrado con Juan Vaello, que ha sido director en un instituto de Benidorm durante muchos años, y ha escritos varios libros sobre como actuar (por así decirlo) en el aula. Aquí os dejamos una entrevista que le hacen donde contesta a algunas preguntas muy interesantes. También os dejamos un enlace donde podéis encontrar un resumen del uno de sus libros "Resolución de conflictos en el aula".

El mejor profesor para Pennac

Releyendo el libro de "Mal de escuela" nos hemos dado cuenta de que Pennac, como nosotros, también tuvo ese "mejor profesor", os dejamos aquí el capitulo en que lo cuenta:

Basta un profesor —¡uno solo!— para salvarnos de nosotros mismos y hacernos olvidar a todos los demás.

Es, al menos, el recuerdo que conservo del señor Bal.

Era nuestro profesor de matemáticas en bachillerato. Desde el punto de vista de la gestualidad, lo contrario de Keating; un profesor muy poco cinematográfico: oval, diría yo, con una voz aguda y nada especial que atraiga la mirada. Nos esperaba sentado a su mesa, nos saludaba amablemente y, desde sus primeras palabras, nos adentrábamos en las matemáticas. ¿Con qué estaba hecha aquella hora que tanto nos retenía? Esencialmente con la materia que el señor Bal enseñaba y que parecía habitarle, lo que le convertía en un ser curiosamente vivo, tranquilo y bueno. Extraña bondad, nacida del propio conocimiento, deseo natural de compartir con nosotros la «materia» que arrobaba su espíritu y de la que no podía concebir que nos resultara repulsiva, o sencillamente ajena. Bal estaba amasado con su materia y sus alumnos. Tenía algo del ánimo cándido de las matemáticas, una pasmosa inocencia. La idea de que pudieran montarle un buen follón jamás debió de ocurrírsele, y las ganas de burlarnos de él nunca nos pasaron por la cabeza, tan convincente era su gozo al enseñar.

Sin embargo, no éramos un público dócil. Ni demasiado cordiales, como si todos hubiéramos salido del basurero de Djibuti. Recuerdo alguna pelea nocturna, en la ciudad, y ajustes de cuentas internos todo menos tiernos. Pero, en cuanto cruzábamos la puerta del señor Bal, parecíamos como santificados por nuestra inmersión en las matemáticas y, pasada la hora, cada cual regresaba a la superficie mathematikos.

El día de nuestro encuentro, cuando los peores de nosotros habían alardeado de sus ceros, él había respondido sonriendo que no creía en los conjuntos vacíos. A continuación, hizo unas cuantas preguntas muy sencillas y había considerado nuestras respuestas elementales inestimables pepitas de oro, algo que nos había divertido mucho. Luego escribió en la pizarra el número 12, preguntándonos qué estaba escribiendo.

Los más despiertos habían buscado una salida.

—¡Los doce dedos de la mano!

—¡Los doce mandamientos!

Pero la inocencia, en su sonrisa, realmente desalentaba:

—Es la nota mínima que tendréis en el examen de bachillerato.

Añadió:

—Si dejáis de tener miedo.

Y más aún:

—Por lo demás, no lo repetiré. Aquí no vamos a ocuparnos del examen de bachillerato, sino de las matemáticas.

De hecho, no nos habló ni una sola vez del examen. Metro a metro, dedicó aquel año a sacarnos del abismo de nuestra ignorancia, divirtiéndose en hacerlo pasar por el pozo mismo de la ciencia; se maravillaba siempre de lo que sabíamos a pesar de todo.

—Creéis que no sabéis nada, pero os equivocáis, os equivocáis, ¡sabéis muchísimas cosas! Mira, Pennacchioni, ¿sabías que lo sabías?

Está claro que esta mayéutica no bastó para convertirnos en genios de las matemáticas, pero por muy profundo que fuera nuestro pozo, el señor Bal nos llevó hasta el nivel de la barandilla: la media en el examen de bachillerato.

Sin la menor alusión, nunca, al calamitoso porvenir que, según nos decían tantos profesores desde hacía tanto tiempo, nos aguardaba.

Experiencias personales

Cuando en la última clase Víctor nos hizo escribir en una hoja cual había sido para nosotros nuestro mejor profesor, mi compañero Diego y yo, enseguida pensamos en hacer un post con nuestras experiencias con nuestros mejores profesores. Además luego, el mismo Víctor en  su blog, nos animaba a hacerlo, así que ahí vamos.

Para mí (Mario), mi mejor profesor fue,durante la ESO, mi profesor de Educación Física. Se llama Juan, y me quedo con él, porque fue él quien hizo que me decantara por estudiar CAFE, sin decirme nada, solo con su forma de dar clase, de vivir la Educación Física, de implicarse en las clases. Para mi siempre ha sido un ejemplo a seguir. Nunca seré tan buen estudiante como él, pero me gustaría ser la mitad de bueno como profesor de E.F., porque me gustaban tanto sus clases que yo quería ser como él, y por eso quería (ahora estoy viendo otras cosas en la carrera que también me gustan y no lo tengo tan claro) ser profesor de EF.

Por mi parte (Diego) el mejor profesor como ya comenté en clase fue Valentín. Era profesor mío de Valenciano además de Cultura Clásica. No fue mi tutor pero la cercanía que teníamos con él era como si lo fuese. Lo que nos enseñó es que un profesor no solo se limita a enseñar y punto, sino que es como tú y como todos, una persona, con sentimientos y que se preocupa por ti.
Cuando estábamos bajos de moral nos preguntaba, nos daba soluciones a nuestros problemas de "vida de adolescente" esa etapa en la que no sabes muy bien lo qué haces ni por qué.
Su metodología me gustaba mucho, gracias a él nos sacamos algún título anexo al colegio como el "mitjà de valencià".
Esto es simplemente un pequeño recordatorio que tengo de él, aunque si pudiese escribir todo lo que ese hombre me enseñó (y me sigue enseñando cada vez que lo visito al instituto)  no acabaría nunca de contar anécdotas, chistes, o experiencias que tuvimos con él.



Estas son nuestras experiencias con nuestros profesores, simplemente queríamos hacer una mención a aquellos que para nosotros nos educaron de la manera que mejor saben y que mas han "calado" en nuestra mente, y que hacen que hoy por hoy seamos quienes seamos.

Violencia Simbólica

Navegando por Internet nos hemos encontrado con un vídeo que puede plasmar lo que llamamos "violencia simbólica".
Este tipo de violencia no es física, es decir, agresiva. Se conoce de manera más común como violencia "dulce" ya que darse cuenta de su existencia es cuanto menos complicado.
Este tipo de violencia es una imposición del sujeto, digamos, dominante sobre otro sujeto dominado.

Aquí os dejamos el vídeo, un anuncio de cervezas que plasma la típica historia de discoteca en la que "alguien se tiene que ligar a la fea".

Os dejamos que lo penséis y nos deis vuestra opinión.

Utopía

Bonito, interesante y emocionante documental sobre el deporte adaptado. Protagonizado, entre otros, por Gabriel Brizuela profesor de nuestra facultad. Pienso que es un privilegio tenerlo como profesor, (yo personalmente) he estado con él y es todo un lujo.

Nuestro compañero Borja en su blog y su póster destacaba la idea de por qué una persona en silla de ruedas no podía tener también un cuerpo máquina. Pues bien después de ver este documental, vemos como esta idea no es que sea posible, es que es totalmente real.

Jose Vicente Arzó, subcampeón paralímpico en ciclismo adaptado en la prueba de contrareloj en carretera, dice:

Las limitaciones yo pienso que estan en la cabeza de uno, no están en el físico. Yo conozco as mucha gente que no tiene ninguna discapacidad y ves que no hacen nada...

Además, como comentan en  el  documental, "básicamente se basan en la biomecánica para rendir igual que un paraplégico", y la biomecánica es "básicamente la aplicación de las leyes mecánicas a las estructuras vivas, especialmente al aparato locomotor del cuerpo humano."


En definitiva, nosotros como nuestro compañero Borja, pensamos que una persona con discapacidad, que vaya en silla de ruedas, o no, también puede tener un cuerpo máquina.

¿Qué has aprendido?

El último día de clase tuvimos un "control sorpresa", que aunque a priori nos fastidió luego nos dimos cuenta de que era más necesario de lo que pensábamos.

Una de las preguntas, en concreto la primera, era ¿Qué has aprendido hasta el momento en la asignatura?
Bien, con esta simple pregunta tenemos infinidad de respuestas y vimos que aunque sea la misma para todos cada cual tiene su manera particular de responder, su punto de vista. En concreto salieron tres personas voluntarias para exponer lo que otros compañeros respondieron.
La primera estaba respondida como si fuese un libro abierto, es decir, como si hubiese plasmado tal cual lo que  Víctor nos ha dado en el temario de clase, lo que se suele decir en la jerga vulgar "como si hubiese vomitado lo que pone en los apuntes". Por otra parte, otro compañero respondió lo que de nuevo Víctor había enseñado pero con sus propias palabras, no como el primero que era tal cual sino expresándose de una manera diferente.
Por último, la tercera persona fue totalmente diferente a las otras dos, no respondió lo que Víctor nos había enseñado, sino lo que él había aprendido de lo dado en clase. Le dio un punto de vista totalmente diferente a los otros dos que se limitaron a responder lo enseñado.
Entonces, ahí va la pregunta del millón:

¿Entiendes o memorizas? ¿plasmas lo enseñado o plasmas lo aprendido?

Este es el gran dilema de la educación...

Nos gustaría ver vuestro punto de vista.

En movimiento con.. Alberto Contador

Aunque esté poco relacionado con lo que estamos realizando en el blog, quisiera comentar un documental, que vi el verano pasado y he podido rescatar, porque me toca muy de cerca. Como persona con discapacidad, me importa y me gusta todo lo que se está haciendo en este ámbito y ciertamente en un futuro me gustaría poder contribuir a ello e incluso dedicarme profesionalmente a lo que es el deporte relacionado con la discapacidad.

Este es el documental que os comentaba protagonizado por Alberto Contador que, por cierto, sufrió un ictus cerebral.